Presentación
La tentación de la palabra soñada de Mariángel Gasca Posadas es el título
del primer libro de la poeta veracruzana radicada en Aguadulce, Veracruz;
intimismo de la palabra: garra desprendida de la carne. Periplo de la memoria,
asidero del vacío donde no hay nada ni nadie: “Solo, el silencio sagrado del
tiempo vacío”. Su poesía nos recuerda los cuadros de Remedios Varo, donde el
mundo se abre a visajes interiores, manantial de sentimientos que afloran de su
interior, como del corazón ausente del árbol; oquedad, vacío: la nada que
emprende el viaje, palabra consciente de su marginalidad. Poesía que busca
engendrar su propia identidad. Bitácora que da cuenta, más que de la
esterilidad, de la futilidad: “Hay paraguas en el desierto semienterrados”,
demasiada carga para ir tras la ilusión del oasis. Indeterminación de la
memoria, zona de riesgo: Poeta dolorida en el estoicismo: “Dios, ten
piedad de este amor que ya no es mío sino tuyo”. Palabra enredadera que
traza sobre los muros derruidos una ruta diferente a la historia de la
errancia. Lluvia de flechas sobre la carne del dolor. Poesía a punto de la
incandescencia. Si en Safo no teníamos: “Ni miel ni espina” en este poemario
ahonda, impertérrito dolor. La poesía veracruzana tiene en Mariángel Gasca
Posadas, una nueva voz. El lector escuchará en estas páginas su plegaria: “No
me dejes Dios, del todo en el silencio”. Su autora esparce en la hoja blanca
del vacío la sal de la poesía. Poesía lúcida escrita bajo la sombra del abismo.
Fernando
Ruiz Granados
Xalapa, agosto 2010
Apuntes para una tentación soñada
Qué es lo que habita a una mujer como
Mariángel Gasca Posadas, podría ser una de las interrogantes para iniciar
algunos apuntes, un tanto dispersos, discretos sobre la poesía de la poeta veracruzana, que
al fin se dispone a publicar su primer libro: La
tentación de la palabra soñada. Leí alguna vez en un texto bastante
irreverente que la poesía no nos salva de nada, es una utopía, una ilusión
creerlo, decía el autor; tal vez esté en lo cierto, pero los poetas necesitan
exorcizar sus oscuridades, sacar
a la luz sus fantasmas y mirarlos a la cara, desafiarlos, para eso está la
poesía, cotidiana y esdrújula, epifánica y eterna y eso lo sabe bien Mariángel,
que ha dejado que el verso sea más que una inmediatez, para convertirse en algo
más, en lo inefable, en lo misterioso y trascendente.
En
realidad, aquí,
no hay nada ni nadie.
Apenas
una diminuta
posibilidad
de algo:
No eres tú ni soy yo.
Es más
ni siquiera el sudor
del
recuerdo y la melancolía.
Solo, el sagrado silencio del tiempo
vacío
Alegra y reconforta leer estos poemas,
por instantes desesperados, filosóficos, irreverentes, transparentes,
arbitrarios pero honestos; colmados de la vibración congénita del sentimiento,
donde la pregunta
cuestionadora, la duda, la
pérdida, la ansiedad de no saber y no tener consuelo, donde la nada que la
habita, la inunda, la
sofoca, son constantes en esa búsqueda de unidad manifiesta que dice. Es la mujer que desesperada pide:
No me dejes Dios del todo en el silencio.
No me dejes en la
soledad
Desentrañándome desentrañando
Es la misma mujer que se
presenta en el primer poema que inicia el libro:
… ya no soy más
sino la otra que me lee
-interrogante ansiedad que recorre mis
aristas-.
Pero la fe, siempre va con ella, ella es
el guerrero, el fruto y el silencio conquistado. El vacío no siempre es la
sombra que la persigue, también
es el espacio del recogimiento del hallazgo, del encuentro. Estos poemas
recuerdan sonoridades, sabores, ajetreos, porque están hechos de las disímiles
sustancias que el poeta recoge de todas partes y amasa en silencio, como un
alucinado alquimista que sabe que a las palabras hay que doblegarlas,
someterlas, para que den lo mejor de sí; hacer que lloren, que se estremezcan,
que desafíen ese el menester del poeta y ella lo conoce, porque ella es la
alquimista, el hacedor que cree en las palabras, como cree en el amor, en
su vocación de ser madre,
en su Origen, en la muerte.
Gracias, mujer por estas fibras de alma
que nos entregas, por confiar. Ahora,
recuerdo y me excuso si no son exactas las palabras del gran poeta mexicano Octavio Paz, cuando escribió: La
poesía es conocimiento, salvación, poder y abandono. Entonces, abrámonos para recibir estos
poemas y a su autora, hay un mundo que descubrir en sus palabras.
Zoelia
Frómeta
Xalapa, agosto 2010
El libro
de las tentaciones vencidas
El tiempo
aletea en el interior del pájaro. Esa es una de las tantas sensaciones que
provoca la lectura del libro La
Tentación de la palabra soñada. Una escritura que pasa del código cifrado
para iniciados al pétalo deslumbrado de los jóvenes amantes. En estas palabras
se cifra precisamente un lenguaje sin tiempo, donde el amor trasciende lo
existente y se hunde en lo infinito y eterno, donde la poesía es la salvación
no solo de lo humano sino de lo cósmico, pues Mariángel Gasca Posadas, sabe
perfectamente -y lo contiene su poesía-, que lo único valedero de fijar en la
conciencia es la matemática de la naturaleza. De Toda la Naturaleza.
Este libro
no es sencillo de ninguna manera. Debe leerse con código borgeano y por lo
mismo releerse, pues en la relectura las posibles nieblas se van disipando, los
códices se revelan y la oscuridad se enaltece para ser otro rostro de la luz.
Finalmente,
Dios se manifiesta con su amor en las palabras, que como las estaciones saben aparecer
y retirarse a tiempo. Dios respira en la poesía. Este Dios del que nos habla
Mariángel, este Dios que en medio del desierto le coloca una tentación
abominablemente hermosa: las palabras. Las palabras que ya no se saben utilizar
en un mundo desbocado por la insania del delito, del atropello, del irrespeto y
de la ambición desmedida e imposible. Desmedida porque no hay una criatura que
pueda abrazar solo con sus brazos todo lo que desea, e imposible porque nadie
puede tener para sí solo todo lo que desea. Es contranatura.
La poeta
veracruzana no desprecia ninguna extensión textual, parte de su riqueza es no
despreciar. Todos los recursos que utiliza abonan y abuenan su poesía.
Encontramos frases breves y prosa profusa. Todos los ritmos contribuyen a la
fundación del libro, no hay tentación que no se haya vencido ni en el sueño ni
en la realidad. Cada poema esta en íntima relación con los demás: son Universo.
Su poesía
recoge también ancestrales muestras de sabiduría. La primera, dejarle la dura y
delicada tarea de juzgar a Dios. La segunda, no trastrabillar tratando de
anticiparse al futuro ni llagar la espalda con todo el peso del pasado.
Tercera: la poesía como revelación de los misterios y por tanto como salvación
permanente e infalible.
Y este
libro es un breve compendio de lo que amerita ser enfocado.
Mariángel
lo enfocó, con habilidad y ternura.
Otoniel Guevara
El
Salvador, agosto de 2010.
De todo corazón, ¡Muchas Gracias!
Mariángel
Gasca Posadas
Agua
Dulce, Veracruz
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