martes, 24 de abril de 2012

PRÓLOGO PARA UN POEMARIO INÉDITO: LA TENTACIÓN DE LA PALABRA SOÑADA

                             

Presentación


La tentación de la palabra soñada de Mariángel Gasca Posadas es el título del primer libro de la poeta veracruzana radicada en Aguadulce, Veracruz; intimismo de la palabra: garra desprendida de la carne. Periplo de la memoria, asidero del vacío donde no hay nada ni nadie: “Solo, el silencio sagrado del tiempo vacío”. Su poesía nos recuerda los cuadros de Remedios Varo, donde el mundo se abre a visajes interiores, manantial de sentimientos que afloran de su interior, como del corazón ausente del árbol; oquedad, vacío: la nada que emprende el viaje, palabra consciente de su marginalidad. Poesía que busca engendrar su propia identidad. Bitácora que da cuenta, más que de la esterilidad, de la futilidad: “Hay paraguas en el desierto semienterrados”, demasiada carga para ir tras la ilusión del oasis. Indeterminación de la memoria, zona de riesgo: Poeta dolorida en el estoicismo: “Dios,  ten piedad  de este amor que ya no es mío sino tuyo”. Palabra enredadera que traza sobre los muros derruidos una ruta diferente a la historia de la errancia. Lluvia de flechas sobre la carne del dolor. Poesía a punto de la incandescencia. Si en Safo no teníamos: “Ni miel ni espina” en este poemario ahonda, impertérrito dolor. La poesía veracruzana tiene en Mariángel Gasca Posadas, una nueva voz. El lector escuchará en estas páginas su plegaria: “No me dejes Dios, del todo en el silencio”. Su autora esparce en la hoja blanca del vacío la sal de la poesía. Poesía lúcida escrita bajo la sombra del abismo.

                                Fernando Ruiz Granados
                                                   Xalapa, agosto 2010


Apuntes para una tentación soñada


Qué es lo que habita a una mujer como Mariángel Gasca Posadas, podría ser una de las interrogantes para iniciar algunos apuntes, un tanto dispersos, discretos sobre  la poesía de la poeta veracruzana, que al fin se dispone a publicar su primer libro: La tentación de la palabra soñada. Leí alguna vez en un texto bastante irreverente que la poesía no nos salva de nada, es una utopía, una ilusión creerlo, decía el autor; tal vez esté en lo cierto, pero los poetas necesitan exorcizar sus oscuridades,  sacar a la luz sus fantasmas y mirarlos a la cara, desafiarlos, para eso está la poesía, cotidiana y esdrújula, epifánica y eterna y eso lo sabe bien Mariángel, que ha dejado que el verso sea más que una inmediatez, para convertirse en algo más, en lo inefable, en lo misterioso y trascendente. 

                          En realidad, aquí,
                                     no hay nada ni nadie.
Apenas una diminuta
posibilidad de algo:
                                     No eres tú ni soy yo.
              Es más
      ni siquiera el sudor
del recuerdo y la melancolía.

   Solo, el sagrado silencio del tiempo vacío


Alegra y reconforta leer estos poemas, por instantes desesperados, filosóficos, irreverentes, transparentes, arbitrarios pero honestos; colmados de la vibración congénita del sentimiento, donde  la pregunta cuestionadora, la duda,  la pérdida, la ansiedad de no saber y no tener consuelo, donde la nada que la habita, la inunda,  la sofoca, son constantes en esa búsqueda de unidad manifiesta que dice. Es  la mujer que desesperada pide:

No me dejes Dios del todo en el silencio.
No me dejes en la soledad    
               Desentrañándome   desentrañando

Es la misma mujer que se presenta en el primer poema que inicia el libro:

…  ya no soy más
             sino la otra que me lee
-interrogante ansiedad que recorre mis aristas-.


Pero la fe, siempre va con ella, ella es el guerrero, el fruto y el silencio conquistado. El vacío no siempre es la sombra que la persigue,  también es el espacio del recogimiento del hallazgo, del encuentro. Estos poemas recuerdan sonoridades, sabores, ajetreos, porque están hechos de las disímiles sustancias que el poeta recoge de todas partes y amasa en silencio, como un alucinado alquimista que sabe que a las palabras hay que doblegarlas, someterlas, para que den lo mejor de sí; hacer que lloren, que se estremezcan, que desafíen ese el menester del poeta y  ella lo conoce, porque ella es la alquimista, el hacedor que cree en las palabras, como cree en el amor, en su  vocación de ser madre, en su Origen, en la muerte.

Gracias, mujer por estas fibras de alma que nos entregas, por confiar.  Ahora, recuerdo y me excuso si no son exactas las palabras del gran poeta  mexicano Octavio Paz, cuando escribió: La poesía es conocimiento, salvación, poder y  abandono. Entonces, abrámonos para recibir estos poemas y a su autora, hay un mundo que descubrir en sus palabras.

Zoelia Frómeta
Xalapa, agosto 2010



El libro de las tentaciones vencidas

El tiempo aletea en el interior del pájaro. Esa es una de las tantas sensaciones que provoca la lectura del libro La Tentación de la palabra soñada. Una escritura que pasa del código cifrado para iniciados al pétalo deslumbrado de los jóvenes amantes. En estas palabras se cifra precisamente un lenguaje sin tiempo, donde el amor trasciende lo existente y se hunde en lo infinito y eterno, donde la poesía es la salvación no solo de lo humano sino de lo cósmico, pues Mariángel Gasca Posadas, sabe perfectamente -y lo contiene su poesía-, que lo único valedero de fijar en la conciencia es la matemática de la naturaleza. De Toda la Naturaleza.

Este libro no es sencillo de ninguna manera. Debe leerse con código borgeano y por lo mismo releerse, pues en la relectura las posibles nieblas se van disipando, los códices se revelan y la oscuridad se enaltece para ser otro rostro de la luz.

Finalmente, Dios se manifiesta con su amor en las palabras, que como las estaciones saben aparecer y retirarse a tiempo. Dios respira en la poesía. Este Dios del que nos habla Mariángel, este Dios que en medio del desierto le coloca una tentación abominablemente hermosa: las palabras. Las palabras que ya no se saben utilizar en un mundo desbocado por la insania del delito, del atropello, del irrespeto y de la ambición desmedida e imposible. Desmedida porque no hay una criatura que pueda abrazar solo con sus brazos todo lo que desea, e imposible porque nadie puede tener para sí solo todo lo que desea. Es contranatura.

La poeta veracruzana no desprecia ninguna extensión textual, parte de su riqueza es no despreciar. Todos los recursos que utiliza abonan y abuenan su poesía. Encontramos frases breves y prosa profusa. Todos los ritmos contribuyen a la fundación del libro, no hay tentación que no se haya vencido ni en el sueño ni en la realidad. Cada poema esta en íntima relación con los demás: son Universo.

Su poesía recoge también ancestrales muestras de sabiduría. La primera, dejarle la dura y delicada tarea de juzgar a Dios. La segunda, no trastrabillar tratando de anticiparse al futuro ni llagar la espalda con todo el peso del pasado. Tercera: la poesía como revelación de los misterios y por tanto como salvación permanente e infalible.

Y este libro es un breve compendio de lo que amerita ser enfocado.

Mariángel lo enfocó, con habilidad y ternura.

                                         Otoniel Guevara
                                          El Salvador,  agosto de 2010.


    De todo corazón, ¡Muchas Gracias!    

  
Mariángel Gasca Posadas
Agua Dulce, Veracruz

                            

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